Después de descansar plácidamente y de un desayuno copioso que incluye mermelada natural nos disponemos a comenzar esta jornada visitando el complejo kárstico de Ojo Guareña, que se encuentra a escasos cinco km. de la casa y que con más de 100 kilómetros de galerías es uno de los mayores de Europa. También aquí podemos recorrer la cueva y la Ermita de San Bernabé que incrustada en la roca conserva una talla de San Tirso del siglo XIII y unas curiosas pinturas murales en su bóveda natural (existen visitas guiadas y la entrada cuesta dos euros); justo debajo de la ermita se encuentra el sumidero de Guareña, más conocido como “ojo” que es donde el río desaparece en la roca caliza y que a través de los siglos ha dado lugar a la creación de este complejo de simas, lagos y galerías. Desde este lugar las vistas de las montañas son espectaculares y además existe un área de descanso con mesas y fuente para poder pasar una jornada agradable; pero nosotros tenemos que seguir la ruta, así que nos vamos hacia Espinosa de los Monteros villa monumental plagada de palacios, torres, casonas y sus tradicionales casas con galerías. Pasear por sus calles, supone respirar aires de otras épocas y revivir su pasado histórico. El centro de la villa es la plaza del ayuntamiento con sus soportales y la iglesia de Santa Cecilia y justo enfrente uno de sus monumentos mas reseñables “el palacio de los marqueses de Chiloeches” (aquí me gustaría ponerle un pero, “que no dejen aparcar coches delante de su puerta” pues desmejora mucho su espléndida fachada); caminar sin rumbo por sus calles supone ir descubriendo más monumentos ( las torres de los Azulejos, de los Monteros, de los Herradores, de los Velasco) , palacios (de los Fernández Villa, marqueses de Cuevas) y casonas (de los Velasco, de los Marcidé).
Espinosa de los Monteros se encuentra en plena cordillera Cantábrica y si nos encaminamos hacia Las Machorras o de los Cuatro Ríos Pasiegos el territorio burgalés en el que con más claridad han perdurado las formas de vida ancestrales, tendremos la oportunidad de disfrutar de un abrupto paisaje de profundos valles en donde se alternan bosques de pinos, hayas y robles con desafiantes paredes rocosas; diseminados por los montes aparecen pequeñas cabañas pasiegas en donde la ganadería es la principal fuente de riqueza; desde aquí podemos ascender los puertos de La Lunada (donde hay una estación de esquí), Estacas de Trueba, o el portillo de La Sía desde donde en días claros hay unas magníficas vistas. A partir de aquí ya estamos en Cantabria, pero nosotros seguimos nuestra ruta por Las Merindades, así que descendemos despacito disfrutando de este relajante panorama para desplazarnos hacia el Valle de Mena que sorprende por su amplitud y su paisaje siempre verde y cuya capital es Villasana de Mena. De camino hacia Villasana paramos primero en Bercedo para observar la interesante portada románica de su iglesia (esta justo al lado de la carretera), y en Agüera para ver su puente romano; si seguimos por la carretera general CL-629 podemos desviarnos y acceder al santuario de Cantonad (buenas vistas de todo el valle) y proseguir hasta el cruce hacia Lezama de Mena en donde se levanta la altiva silueta de la torre perteneciente a la ilustre familia de los Velasco y que fue levantada en el siglo XIV; siguiendo esta carretera comarcal llegaremos a Cadagua para hacer una corta pero interesante marcha. Si aparcamos en la plaza al lado de su pequeña iglesia y frente a Villa Daría, podemos hacer una marcha circular facilita; si descendemos por el camino que baja a mano derecha podemos observar las ruinas de un antiguo molino, para a continuación comenzar a subir siguiendo el curso del río y fijándose en algún letrero algo escondido hasta llegar a una cancela que se adentra en un prado;lo atravesamos, y llegamos a una segunda cancela que tras pasarla ( cuidado los más rellenitos ya veréis por qué) nos damos de bruces con las fuentes del río Cadagua a los piés de los taludes rocosos de la sierra de La Peña. El entorno es bonito y muy relajante; es todo un lujo poder disfrutar de este lugar en silencio escuchando el rumor del abundante agua que brota de sus fuentes; de nuevo regreso al coche para continuar hasta Siones para ver su iglesia de Santa María del siglo XII y hasta Vallejo de Mena para contemplar la iglesia de San Lorenzo de una sola nave, tres portadas y un curioso y robusto ábside; por poner una pega a esta iglesia, se nota demasiado el corte de la piedra en su restauración. Son ya las tres de la tarde, y cuando intentamos comer algo, y tras preguntar en varios bares todo el mundo nos dice que si queremos comer hay que ir a Villasana de Mena, así que dicho y hecho. Aparcamos junto a una elevada torre y tras preguntar en varios sitios, damos con el lugar indicado “La taberna del Cuatro”. Nos sentamos en la terracita y degustamos un tomate aliñado exquisito, rabas y secreto ibérico. Taberna recomendable por su buena comida y por su buen trato. Hasta aquí llega la ruta de hoy, mañana en la siguiente entrega finalizaremos este interesante itinerario.
jueves, 26 de marzo de 2009
Las Merindades III
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