Hace ya casi un mes, que regresé de mi viaje a Etiopía, y no he tenido tiempo material de comentaros mis primeras impresiones. Ya sé, que sois muchas las personas que estáis esperando ansiosamente que os cuente este viaje y lo voy a hacer, pero dejadme un poco de tiempo. Han sido 26 días que han pasado demasiado rápido, en los que he intentado disfrutar cada instante, cada situación y cada momento. En esta, mi primera entrada voy a tratar de hacer comentarios, muy genéricos, para en sucesivas entradas ir pormenorizando el día a día, las anécdotas, los lugares que he visitado, las recomendaciones, etc.
En líneas generales, os comento que ha sido un bonito viaje, en donde ha habido momentos buenos y momentos especiales, y quizás estos últimos podría decir sin lugar a equivocarme han sido por este orden: el poder presenciar en Arba-Minch la ceremonia del “Meskal”, el “ukuli bula” o salto de la vaca en la aldea de Argude (próxima a Turmi) y la fiesta que organizaron los chavales de Dorze en casa de Jirma. Además tengo que decir, que este año Etiopía está especialmente verde y esto le quita esa etiqueta maldita de que es un país seco y triste. En mi galería de fotos podréis contemplar en unos días esta afirmación.
Pero también dentro de la dinámica del propio viaje ha habido cosas que no me han agradado demasiado; en el norte las cosas siguen prácticamente igual que en 2001 y quizás en donde el cambio ha sido más destacado, es en Lalibela en donde se ha construido un nuevo edificio de oficinas en donde están las taquillas (entrada 300 birr) y donde también existe un control de mochilas un tanto absurdo. Pero quizás lo que mas me ha molestado, ha sido la noticia de que la iglesia quiere desalojar a toda la gente que tiene su casa dentro del recinto; ¿y yo me pregunto?, donde van a ir todas estas personas que ya son pobres de solemnidad y ¿qué hace la iglesia con ese dinero que dejan los faranji ?.
En cuanto a
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