martes, 12 de enero de 2010

Bahar Dar

Casi nada más acostarme, y casi sin conciliar el sueño, suena el despertador a las 5 de la mañana pues hay que estar muy pronto en el aeropuerto para coger asiento (aunque tenemos reserva) en el vuelo de las 7.30 que nos llevará a Bahar-Dar, uno de los lugares en el norte de Etiopía que uno no puede dejar de visitar. Desayuno rápido y camino del aeropuerto me llama poderosamente la atención, que aunque todavía es noche cerrada, ya veo a atletas entrenando por las calles de Addis, así que no es de extrañar que sus corredores sean de los mejores del mundo; después de los tramites de rigor en el aeropuerto, facturamos y subimos a la primera planta a esperar el momento de embarcar; durante la espera, no puedo creer lo que veo, un chino corriendo descalzo de lado a lado del hall, mientras otros compañeros le miran; Neguse, me dice que están locos y que cree que son presos que les envían a trabajar aquí, pero sea como sea, la verdad es que se están haciendo los amos de Africa. Hoy, hemos tenido suerte y el vuelo de Etiopian, no solamente sale, sino que sale puntual y en aproximadamente una hora aterrizamos en Bahar Dar con un día espléndido. Durante el trayecto, podemos observar desde el aire los campos, que parecen una gran alfombra verde La recogida de equipajes se realiza de una forma muy peculiar, ya que un tractor recoge las maletas a pié de pista y las transporta hasta la puerta en donde la gente espera para hacerse cargo de sus bultos. Ya en la salida, nos entretenemos un buen rato haciendo fotos a un árbol plagado de tejedores haciendo sus nidos con un escandaloso ruido. Nada más salir a la carretera (ahora asfaltada) que nos lleva al centro, vemos a una multitud de gente descalza cargada con productos diferentes (leña, verduras, sacos, cañas, etc) que se dirige al mercado semanal al aire libre, que se celebra los sábados y que es uno de los más importantes de la región; los más afortunados disponen de un borriquillo que hace un poco más llevadero el transporte. Pero antes de recorrer sus calles, os diré que Bahar Dar significa en lengua amariña “a orilla del mar” y que es la capital de la región de Amara y una de las ciudades más importantes del país; durante los siglos XV a XIX fue el lugar elegido por los emperadores etíopes para establecer su corte, especialmente durante el reinado de Amde Zion I, que fué cuando se fundaron los primeros monasterios, y el cristianismo fue declarada la religión oficial del estado. Son muchos los lugares de interés que se pueden visitar en esta zona pero quizás lo más importante sean los monasterios del lago Tana y las cascadas Tis Isat “fuego que humea”. Directamente nos encaminamos a nuestro hotel, que en esta ocasión es el Tana, situado en un magnífico lugar a orillas del lago, pero como la mayoría de los hoteles de la cadena Ghion un tanto decadentes por falta de mantenimiento. Una vez que hemos tomado posesión de nuestras habitaciones y sin pérdida de tiempo nos vamos al mercado en donde la animación es grande y uno puede comprar prácticamente de todo; son varias calles y un recinto cubierto y los productos están dispuestos por zonas; por un lado las verduras, por otro la sal, especies, leña y cestos de paja muy típicos de aquí llamados “agelgil”. Son llamativas las ropas, los peinados, la forma de intercambio y también la piara de chavales que siguen a los faranji intentando venderles algo o sacar algún birr. Es mediodía, hace mucho calor y lo mejor es que nos vayamos a comer; el lugar elegido es el restaurante del hotel Ghion situado a orillas del lago Tana, con sus grandes jardines y unas excelentes vistas, lo que nos permite no solamente comer, sino disfrutar del entorno y de la vida cotidiana de sus gentes alrededor del lago. La comida a base de pescado cocinado de diferentes maneras, sopas, cervezas y un pollo al que para poder trocearle hemos tenido que pedir casi una motosierra, así que una recomendación, si vais a comer en este lugar no pidáis pollo.

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