Seguimos la ruta por una carretera con tal cantidad de polvo, que cuando nos cruzamos con otro vehículo no se ve nada, hasta llegar a Debri Zebit en donde iniciamos un pronunciado descenso por la cresta de una montaña con un paisaje espectacular, pero también con unos precipicios no menos espectaculares; al fin llegamos a Gashena y cogemos el desvío a la izquierda que nos llevará a Lalibela, no sin antes haber intentado repostar gasolina sin resultado (ya veremos si llegamos). Este último tramo de carretera en continuo descenso también es bonito, con campos cultivados en terracitas y un cielo azul, que lo que hace más luminoso. Hemos parado en un campo a coger habas y también he recordado el lugar en donde en el 2001 pinchamos en medio de la nada y pronto se acercaron unos niños desnudos y desnutridos a los que regalamos una botella de agua vacía y eran los chavales más felices del mundo con su botella debajo del brazo. Después de tanto traqueteo, y a partir del aeropuerto comienzan los 25 últimos kilómetros de carretera asfaltada hasta llegar a Lalibela. Directamente nos vamos al hotel Roha situado relativamente alejado del centro y muy próximo a otros hoteles (Lal, Tukul, Jerusalem). Después de pasear un rato por las tiendecitas de al lado para desentumecer las piernas después de todo un día de viaje, y de una merecida ducha (eso sí con agua fría, pues caliente no habrá hasta mañana) decidimos cenar en el mismo hotel y creo que nos hemos equivocado, pues solamente tienen un menú a 40 birr (sopa, carne o pescado y papaya) más todas las tasas y no se puede cambiar ni por una mísera ensalada; además el personal no es nada agradable (son funcionarios pero por poco tiempo, pues este hotel lo van a privatizar) y la cena ha resultado un chasco. Así que sin más a dormir que mañana nos espera un día completo.
mejor Jerusalem para cenar
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