Los Hamer se ubican en la parte oriental del Bajo Omo y tienen como vecinos a los “dassanetch” por el sur, a los “banna-bashada” por el norte, los “arbore” por el este y los “karo" por el oeste y constituyen aproximadamente un grupo de 15.000 individuos. Los mercados que celebran, tanto en Turmi, como en Dimeka son puntos de encuentro en donde compran, venden o intercambian sus productos (miel, mantequilla, sorgo, café, etc), pero también se pueden ver puestos de collares, calabazas, muñecos de barro y cada vez más productos plásticos ¡que pena! Las transacciones son de pequeña cuantía y aquí se suele comerciar con el excedente de productos tanto agrícolas como ganaderos lo que garantiza la supervivencia semanal al mismo tiempo que crea lazos sociales y de amistad; también es curioso observar como generalmente ocupan más espacio las vendedoras hamer que los productos que ofrecen; yo diría que es un mercado diferente y llamativo sobre todo por los vestidos y adornos que llevan y que me hace pensar por momentos en los “himba” una tribu que habita en el noroeste de Namibia. Por regla general los vestidos de las mujeres hamer están compuestos de una falda de piel de cabra, adornada con coloridas piezas de vidrio de multitud de colores; la parte delantera de la falda lleva unas piezas metálicas, cuyo peso hace que la falda caiga entre las piernas protegiendo su intimidad; la parte trasera tiene un corte alargado que les llega casi hasta el suelo, además las jóvenes hamer tienen unas figuras espectaculares y sin necesidad de ir a ninguna clínica de adelgazamiento. En la parte superior llevan los pechos descubiertos, aunque cada vez es más frecuente ver a las mujeres con camisetas publicitarias. Con respeto a los collares y adornos, llevan una especie de bandolera de concha de cauri y las más jóvenes llevan una cinta en la cabeza que soporta una fina placa metálica ovalada que sobresale ligeramente sobre la frente; también portan dos gargantillas metálicas en sus cuellos que nunca se podrán quitar y las casadas indican su estado añadiendo una tercera gargantilla de cuero de la que sobresale una protuberancia metálica en la parte delantera (esto indica que esta casada y que es la primera mujer). Además llevan collares de semillas, llamativos adornos en los lóbulos de las orejas y gran cantidad de aros metálicos en las muñecas y en las piernas; los cabellos de las mujeres están untados con grasa y un colorante rojizo. En cuanto a los hombres, la decoración es más sencilla, aunque visten una especie de faldita corta y unos complicados casquetes de arcilla en el pelo decorados a veces con plumas que son sumamente llamativos y que tienen un gran trabajo. La verdad es que hemos disfrutado de este mercado, prácticamente sin gente y sin el agobio de tener que pagar por las fotos, aunque es recomendable ser discreto. Para finalizar la tarde, y antes de ir a nuestro hotel, que en principio era campamento - aunque esta es otra historia que os contaré - paramos en el Tourist Hotel para saludar a su dueña Asafu para la que me habían mandado saludos desde Madrid, tomar una cerveza y de paso observar como las hamer pasan por delante con sus mochilas de piel, sus calabazas y sus botellas, camino de sus respectivas aldeas.
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