Después de más de un mes sin dar señales de vida en el blog, voy a seguir con tando mi periplo por Etiopía, no sin antes pedir disculpas por este lapsus, pero como todos vosotros sabéis acaba de terminar la Feria del libro de Madrid que se ha celebrado en el Retiro entre el 29 de mayo y el 13 de junio y esto ha supuesto un extra de trabajo que no me ha permitido mantener el blog. Y dicho esto, continuamos el viaje.
Nada más abandonar Key Afar, iniciamos una pendiente, y de repente aparecen dos chavales desnudos, cuyos cuerpos están pintados con dibujos en blanco; nos detenemos para hacerles unas fotos, ir al baño y les reglamos unas botellas de agua, que a ellos les vienen muy bien. Continuamos nuestra ruta disfrutando de unas panorámicas bonitas, aunque de unas carreteras infames, cuando al girar en una curva casi atropellamos a otros tres chavales que subidos en unas artesanales pértigas de madera, se encuentran en medio de la carretera ejecutando ejercicios de acrobacia, nueva parada para inmortalizarlos y me llama poderosamente la atención, el que uno de ellos lleva unos calzoncillos que como se puede observar en la foto, tiene demasiada ventilación. De nuevo al coche y ya sin más paradas llegamos al hotel de la localidad de Jinka, que se encuentra a la entrada de la ciudad; se trata del Jinka Resort que a simple vista tiene una apariencia buena, con unos agradables jardines, pero unas habitaciones bastante deficientes, aunque esto es lo mejor del lugar. Algunas veces, los “faranji” no somos conscientes de las limitaciones de los lugares que visitamos y tenemos que amoldarnos a ciertas situaciones y esto viene a cuento porque en este hotel estuvieron unas horas sin agua – cosa habitual – y yo presencié una discusión en la recepción de una clienta para que la calentaran agua en una cazuela, pues se quería lavar la cabeza, y la cabeza es lo que a veces perdemos los turistas en algunas ocasiones. Después de tomar posesión de nuestras “suites” decidimos dar una vuelta por esta ciudad que es el centro administrativo de la zona sur del Omo y que cuenta con un banco, una gasolinera, una pista de aterrizaje en el centro del pueblo y un mercado semanal muy animado que se celebra los sábados; también es la última población en la que abastecerse de provisiones si queremos adentrarnos en el P.N. de Mago; paseamos tranquilamente por la zona del mercado, observando los puestos con sus productos y algunas cosas que no me gustaron y que quiero explicar; una de ellas es el ver como algunos grupos de hombres mursi se emborrachan y otra y con la que tenéis que tener cuidado, y prestar atención, ya que es habitual que a la salida de los hoteles estén esperando algunos chavales que con la sana intención de entablar conversación con los turistas, os contarán alguna situaciones complicadas, para a continuación pediros ayuda; el relato de estas situaciones podría suceder de la siguiente manera: el chaval te preguntará tu nombre, tu país, si hablas inglés, etc para a continuación contarte que sus padres murieron, que vive con su abuela que está enferma, que no tiene dinero para comprar libros, así que te dice que si se los puedes comprar tú, que el conoce una librería en donde los venden, que valen 100 birr y al final cuando te han convencido te piden 200 birr y van ellos a comprarlos y a veces como yo pude ver te piden el dinero pero casi con violencia; son situaciones difíciles en las que no hay que caer, aunque en algunos casos sean verdad. Ya anochece y es momento de regresar al hotel, para al menos disfrutar de sus jardines y tomar una cervecita fría. Mañana visitaremos un poblado mursi, pero antes me gustaría hablaros un poco de esta etnia.
Nada más abandonar Key Afar, iniciamos una pendiente, y de repente aparecen dos chavales desnudos, cuyos cuerpos están pintados con dibujos en blanco; nos detenemos para hacerles unas fotos, ir al baño y les reglamos unas botellas de agua, que a ellos les vienen muy bien. Continuamos nuestra ruta disfrutando de unas panorámicas bonitas, aunque de unas carreteras infames, cuando al girar en una curva casi atropellamos a otros tres chavales que subidos en unas artesanales pértigas de madera, se encuentran en medio de la carretera ejecutando ejercicios de acrobacia, nueva parada para inmortalizarlos y me llama poderosamente la atención, el que uno de ellos lleva unos calzoncillos que como se puede observar en la foto, tiene demasiada ventilación. De nuevo al coche y ya sin más paradas llegamos al hotel de la localidad de Jinka, que se encuentra a la entrada de la ciudad; se trata del Jinka Resort que a simple vista tiene una apariencia buena, con unos agradables jardines, pero unas habitaciones bastante deficientes, aunque esto es lo mejor del lugar. Algunas veces, los “faranji” no somos conscientes de las limitaciones de los lugares que visitamos y tenemos que amoldarnos a ciertas situaciones y esto viene a cuento porque en este hotel estuvieron unas horas sin agua – cosa habitual – y yo presencié una discusión en la recepción de una clienta para que la calentaran agua en una cazuela, pues se quería lavar la cabeza, y la cabeza es lo que a veces perdemos los turistas en algunas ocasiones. Después de tomar posesión de nuestras “suites” decidimos dar una vuelta por esta ciudad que es el centro administrativo de la zona sur del Omo y que cuenta con un banco, una gasolinera, una pista de aterrizaje en el centro del pueblo y un mercado semanal muy animado que se celebra los sábados; también es la última población en la que abastecerse de provisiones si queremos adentrarnos en el P.N. de Mago; paseamos tranquilamente por la zona del mercado, observando los puestos con sus productos y algunas cosas que no me gustaron y que quiero explicar; una de ellas es el ver como algunos grupos de hombres mursi se emborrachan y otra y con la que tenéis que tener cuidado, y prestar atención, ya que es habitual que a la salida de los hoteles estén esperando algunos chavales que con la sana intención de entablar conversación con los turistas, os contarán alguna situaciones complicadas, para a continuación pediros ayuda; el relato de estas situaciones podría suceder de la siguiente manera: el chaval te preguntará tu nombre, tu país, si hablas inglés, etc para a continuación contarte que sus padres murieron, que vive con su abuela que está enferma, que no tiene dinero para comprar libros, así que te dice que si se los puedes comprar tú, que el conoce una librería en donde los venden, que valen 100 birr y al final cuando te han convencido te piden 200 birr y van ellos a comprarlos y a veces como yo pude ver te piden el dinero pero casi con violencia; son situaciones difíciles en las que no hay que caer, aunque en algunos casos sean verdad. Ya anochece y es momento de regresar al hotel, para al menos disfrutar de sus jardines y tomar una cervecita fría. Mañana visitaremos un poblado mursi, pero antes me gustaría hablaros un poco de esta etnia.
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