Para finalizar este recorrido nos desplazamos a la localidad de Ayerbe, en donde nada más llegar llama la atención el impresionante Palacio de los Marqueses de Urriés y la Torre del Reloj. Además en esta localidad transcurrió la infancia del insigne científico D. Santiago Ramón y Cajal, y la casa que habitó alberga un centro de interpretación dedicado a su vida y a su obra.
El palacio, es un edificio del siglo XVI construido en tiempos del emperador Carlos I por el señor de Ayerbe, don Hugo de Urriés y su esposa Greyda de Lanuza, con elementos góticos y restos de un patio interior renacentista. En la actualidad es una escuela de música privada.
Con respecto a la Torre del Reloj, es una obra civil de estilo barroco, levantada en un edificio exento en 1798 para albergar el reloj del concejo. Con sus 30 metros de altura esta torre obra de Tomás Gallego se levantó con los restos de la torre de la parroquia de Santa María de la Cuesta que desapareció entre 1750 y 1798. Ayerbe, ya contaba desde 1563 con reloj y campana horaria que es la que marcaba el ritmo del pueblo. El nuevo reloj costó 30.588 reales y 8 monedas de vellón y cuenta la leyenda que los ayerbenses levantaron esta torre, para no tener que mirar el reloj de sol del palacio de los marqueses y para que además este edificio dejara de ser el más alto de la villa.
Continuando la ruta por la A132 y antes de llegar a Murillo de Gallego, encontramos el desvío para acceder a esas espectaculares formaciones que ya se divisan desde la carretera que son Los Mallos de Riglos. Antes de llegar es conveniente pararse en el mirador en donde se encuentra el monumento a los montañeros Alberto Rabadá y Ernesto Navarro que fueron pioneros en abrir muchas de sus vías de escalada y desde donde tenemos una de las mejores vistas. Estas formaciones rocosas que alcanzan los 300 metros de altura, que son el paraíso de montañeros y escaladores, están formadas por conglomerados calizos del terciario que han sido remodelados por el agua, lluvia y vientos a lo largo de miles de años, constituyendo un fenómeno único en Europa. Su color rojizo debido a sus tierras arcillosas y al óxido de hierro hacen de estas formaciones una visión espectacular sobre todo a la puesta de sol. El pueblecito de Riglos sencillo y apacible a orillas del río Gallego nos permite pasear por la base de estos gigantes de barro que tienen nombres própios : El Puro, El Pisón, Frenchín, Volaos, etc y que también nos permiten contemplar en sus oquedades o en las alturas a esas tremendas rapaces como los quebrantahuesos y los buitres leonados.
Para terminar os contaré una leyenda que cuenta que anteriormente había en los Mallos de Riglos una aldea, Foz de Escalete, en la que vivía una anciana bruja gigantesca. Su aspecto y tamaño atemorizaba a los aldeanos y cansada de esto, levantó las inmensas rocas y allí se escondió de todos
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