Salimos de Cluj en dirección a Baia Mare que se encuentra a unos 150 km de distancia con la intención de llegar a comer. Baía Mare, es el punto de partida para visitar la zona de los Maramures que mantiene unas tradiciones y un patrimonio folclórico genuino, no en vano sus gentes hacen gala de ser los descendientes directos de los antiguos dacios. Es uno de los lugares más bonitos y menos visitados de Rumania y por momentos, tengo la sensación de retroceder al pasado y encontrarme en mi pueblo pero 50 años atrás, pues la gente todavía utiliza muchos utensilios que en otros países estarían expuestos en un museo. Pero aparte de su atractivo natural, otro de los tesoros que esconde son sus iglesias de madera declaradas Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. Casi todos estas iglesias se encuentran en los valles de los ríos Mara e Iza y guardan una serie de características comunes que os voy a comentar para luego dedicarnos a recorrer algunos de los más importantes de la zona; están situados en medio de un cementerio al que se accede a través de una verja de madera tallada, corona la iglesia un alto pináculo y si lo rodean cuatro torrecillas, esto significa que era sede de jurisdicción; el interior está dividido en pronaos y naos y la mayorìa de ellas han sido construidas por sus habitantes. Es una ruta sinuosa, de carreteras en mal estado, pero de una gran belleza y donde el ritmo de vida se detiene por momentos. En función del número de días que queramos dedicar, tendremos la oportunidad de profundizar más, pero en cualquiera de los casos yo os digo que si tenéis intención de ir de vacaciones a Rumanía, no dejéis de visitar esta zona pues no creo que les quede mucho tiempo de tranquilidad.
Esta ciudad que significa “gran mina” tiene como punto neurálgico la plaza de la plaza de La Libertad en donde se encuentra la casa de Iancu de Huneadora en el número 18 y el monasterio de los minoritas(en obras) en el número 6; desde aquí también se puede observar la torre Stefan una torre de 50 metros de alto construida en 1347; además Baia Mare cuenta con un gran museo al aire libre, que recrea los pueblos típicos de esta región fronteriza con Ucrania. Después de comer en el Restaurante Chez Philip, la siguiente tarea es buscar alojamiento que encontramos en la Pensionea Ideal (creo que es el mejor sitio de Baia). Por la tarde decidimos hacer la primera toma de contacto con las iglesias de madera y nos vamos hacia la de Surdesti, después de perdernos para llegar se nos hace un poco tarde, pero llegamos con el tiempo justo de dar una vuelta ,hacer unas fotos y disfrutar de este lugar tan agradable; esta iglesia de madera de abeto está rematada por el pináculo más alto de Maramures(74 metros) y tiene pinturas de 1737; me llamó poderosamente la atención el que había un retrato de Juan Pablo II y al preguntar a la señora que nos enseña la iglesia, nos comenta que ellos profesan la religión católica-griega o uniata y por tanto reconocen la autoridad del pontífice; en la época de la dictadura de Ceaucescu, esta religión fué prohibida y no volvió a restablecerse hasta el año 1989. A dos kilómetros se encuentra otra bonita iglesia de madera que no hay que olvidar; me refiero a la de Plopis dedicada a los Santos Arcángeles y construida a finales del XVIII, quizás la originalidad de esta iglesia radica en el perfil tricúspide de la bóveda de la nave principal. Aprovechamos para disfrutar de la absoluta tranquilidad del entorno al tiempo que observamos una magnífica puesta de sol sentados en los bancos de madera de la iglesia. Como mañana la ruta pasa por aquí, pararemos con más calma así que regresamos de nuevo a Baía Mare. Descansamos un rato y salimos a buscar un restaurante para cenar , y mira por donde en una de las calles que parte de la plaza(Vasile Lucaciu,7) encontramos un local que desde la calle nos parece bonito y decidimos que este va a ser el sitio; se llama The Home y lleva abierto solamente tres meses ; cuando nos sentamos y vamos a pedir la carta, nos atiende una chica de nombre Loredana que en un perfecto castellano nos pregunta lo que deseamos cenar; lógicamente la preguntamos por su perfecto castellano y nos comenta que ha estado tres años trabajando en Oruzco de Tajuña y que su novio todavía esta aquí; nos aconseja las especialidades de la casa, nos invitan a unos canapès y a unos chupitos, nos atienden de maravilla, y cuando vamos a pagar nos presenta a la dueña del local de nombre Claudia a la que felicitamos por el buen gusto de este sitio y que yo personalmente os recomiendo si hacéis noche en Baía Mare.
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