Cuando vamos a coger la barca para regresar, observamos un barco grande que va cargado de gente hasta arriba, y que es su transporte habitual para moverse por el lago; no es de extrañar que a veces aparecen noticias comentando que se ha hundido un barco y se han ahogado un montón de personas, y es que suelen llevar el doble o el triple de lo autorizado. Ya en la ciudad y cuando vamos camino del hotel para comer – hoy hemos decidido darnos un homenaje y tirar de botiquín- nos llama la atención una gran muchedumbre caminando por el centro de la carretera que está cortando el tráfico; nos bajamos del coche y ¡sorpresa! pues no se trata de ninguna manifestación, sino de una boda; es curioso pues en la parte delantera va el coche de los novios y estos van sacando la mitad de su cuerpo por las ventanillas saludando, delante van unos niños, en los laterales los padrinos y las madrinas saludan agitando pañuelos; hemos pasado un agradable momento y ellos también, viendo como unos faranji irrumpían en el cortejo fotografiando todo lo que se movía. En el hotel, montamos unas mesitas en el jardín y comemos amenizados por el alboroto de otra boda de la cual nos hacen partícipes.
Por la tarde y después de haber dado buena cuenta del ibérico, paseamos por los alrededores del lago en dirección al parque, contemplando los enormes ficus, aquí llamados “huarca”. Después de este agradable paseo, nos acercamos a la colina de Bazawit situada a
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