viernes, 19 de febrero de 2010
San Jorge. La joya de Lalibela
Esta iglesia, alejada del resto es sin lugar a dudas la más bonita, original, impresionante y por supuesto la más famosa. El hecho de de haber sido la última en construirse tenga que ver con su buen estado de conservación, su estructura monolítica, su planta cruciforme adornada con un relieve de tres cruces equiláteras en el techo y el amplio espacio que ocupa, sin ninguna edificación más en sus alrededores hacen de ella una construcción tan especial que asombrará a todo aquel que la visite. Quizás la espectacularidad de esta iglesia se encuentra en el exterior, y para poder verla bien, lo mejor es subirse a un montículo situado a mano derecha según accedemos o un poco más arriesgado es trepar a un árbol que está justo al lado e imaginar el origen de la construcción de esta iglesia. Pero yo os voy a decir lo que cuentan la leyendas: Una vez que el rey Lalibela casi había terminado la edificación de las iglesias, fue severamente reprendido por el patrón de Etiopía en persona (San Jorge) quién se apareció ante el propio rey montado sobre su caballo blanco ataviado con una resplandeciente armadura, ¿pero a que se debió tal reprimenda?, pues el motivo fue que el rey había olvidado construir una iglesia en honor del Santo Patrón. Para remediar esta situación, el rey prometió construir la más bella iglesia que jamás pudiera verse sobre la faz de la tierra y además el propio San Jorge se iba a encargar de supervisar personalmente las obras de su iglesia; queda constancia de ello por las huellas de los cascos del caballo del santo que aún se pueden contemplar en las cercanías de S. Jorge; otra versión cuenta que San Jorge y Lalibela decidieron echar una carrera desde la primera hasta la última iglesia a través de los pasadizos, pero San Jorge cogió un atajo y llegó antes que el rey y por tanto perdió y es así como perdida la apuesta le construyó la más bella de todas las iglesias de Lalibela. Hasta aquí llega la leyenda, y ahora vamos a disfrutar de este foso de 15 metros de altura que sus constructores tuvieron que excavar en la roca. En un día de sol, llama poderosamente la atención el color rojizo de la roca y unas grandes manchas de color amarillo que ilumina la fachada, también y una vez que hemos descendido a través de un pasadizo a su base, observamos el que las ventanas de la parte inferior sean ciegas, aunque esto tiene su explicación en que teniendo en cuenta que este edificio simboliza el arca de Noé y por tanto estas ventanas se encontrarían por debajo de la línea de flotación, lo lógico es que estén tapiadas para que el agua no penetre en su interior. Esta iglesia alcanza su momento álgido con la celebración del Tinkat, pues la vista de su planta rodeada por sacerdotes con sus ropas y paraguas de múltiples colores a su alrededor no se puede explicar con palabras. Como en la vez anterior que la visité, me he dedicado a dar vueltas y más vueltas haciendo fotos y más fotos (cientos de ellas).
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