miércoles, 22 de abril de 2009

Samarcanda. La perla de Oriente

Abandonamos Bujara con la sensación de haber cubierto con éxito otra de las ciudades de la Ruta de la Seda y con todas las expectativas puestas en esa mítica ciudad de “Samarcanda” de la cual Alejandro Magno dijo “Todo lo que he oído de la belleza de Samarcanda es cierto, salvo que es todavía más hermosa de lo que podía imaginarme”. A los pocos kilómetros de salir de Bujara, vemos una muchedumbre cerca de la carretera y al preguntar a Kudrac de que se trata, nos dice que es un mercado de ganado, con lo cual le decimos que aparque y sin más nos tiramos del coche y nos metemos de lleno en la faena; los nativos flipan en colores de ver a cuatro guiris metidos entre los animales fotografiando todo lo que se menea. Para nosotros ha sido toda una experiencia, pues esta es su auténtica forma de vida y evidentemente aquí no es habitual que lleguen turistas. Continuamos la ruta, y de repente nos desviamos de la carretera por un camino lleno de baches sin saber nuestro destino, hasta que al fondo divisamos en medio de la nada una fortaleza de barro (del mismo estilo que las que quisimos ver cerca de Khiva y no pudimos llegar) y que nuestro conductor tomó nota. Aparcamos y subimos andando hasta lo alto de la misma, desde donde se observan unas vistas magníficas de los alrededores. Bien por Kudrac. Continuamos nuestro camino, para antes de llegar a Samarcanda hacer una parada en Shahrisabz que es conocida por ser la ciudad natal de Tamerlan y donde hay una gran estatua del mismo justo enfrente del Gran Palacio Blanco del que sólo quedan unos restos, pero que dan idea de lo que fue en tiempos. Además cuenta la leyenda que cuando el palacio estuvo terminado Tamerlán pregunto al arquitecto, si era capaz de construir otro todavía mas bello, al responder afirmativamente, lo arrojó desde lo alto de las murallas. Esta ciudad también cuenta con la mezquita de Kok Goumbak y su magnífica cúpula azul y con un mercado muy animado. Concluida esta visita, no nos detendremos hasta llegar a Samarcanda. Directamente nos vamos al hotel Kamila(hotel familiar que hace que te sientas como en tu casa) y una vez ubicados la impaciencia hace que salgamos a la calle para encaminarnos directamente a ese lugar que tantas veces hemos visto en fotografías, pero que ahora tenemos la oportunidad de ver en vivo y en directo; me estoy refiriendo a “la plaza del Registan”. Ya es de noche y a medida que nos aproximamos por uno de sus costados vamos intuyendo la majestuosidad del conjunto, pero la realidad (como le ocurrió a Alejandro Magno) supera todas las expectativas, y cuando estoy justo frente a las tres mezquitas (Ulughbek, Sher Dor y Tilla-Kari) que forman el conjunto de la plaza me quedo en silencio y sin palabras; pero mejor así, porque esa primera impresión ante la monumentalidad del Registán será la que quede y la que de verdad le haga justicia a esa Samarcanda de leyenda y solamente eso basta para entender por qué se ha viajado hasta aquí. Ensimismado durante un largo rato y soñando despierto en lo que pudo admirar Ruy Gonzalez de Clavijo en su visita a esta ciudad allá por 1403, vuelvo al presente admirando una vez más las cúpulas y los minaretes de sus mezquitas. Después de disfrutar durante largo tiempo decidimos volver al hotel torciendo la cabeza de vez en cuando hasta perder de vista esta plaza y pensando que mañana será otro día, pero que de nuevo volveré para volver a mirar una y mil veces más la plaza del Registán.

Pero la visita a Samarcanda no se acaba en la plaza del Registán, porque si caminamos por las calles entre edificios de corte soviético sin gracia ninguna podremos observar otros edificios singulares como el mausoleo de Gur-Emir entre cuya opulencia yacen enterrados Tamerlan y sus descendientes. Justo al lado de este mausoleo, se encuentra la calle dedicada a Ruy Gonzalez de Clavijo. Otro de los monumentos más destacados que se encuentra justo al lado del mercado, es la gran mezquita de Bibi Khanum de dimensiones descomunales que fue consagrada a la esposa favorita de Tamerlán y que en algún momento llegó a ser una de las mayores mezquitas del mundo.
A las afueras se encuentra una de las obras mas conmovedoras y fascinantes visitas a Samarcanda; me estoy refiriendo a la necrópolis de Shah-i-Zindah o Tumba de los Reyes vivos que se encuentra en las laderas de Afrosiad y en donde se puede observar el ir y venir de los peregrinos llegados desde todos los puntos de Uzbekistán. Este conjunto esta compuesto por once panteones de hombres y mujeres de una singular belleza. Un viajero árabe- Ibn Batuta- dejó escrita una descripción de sus lujosos interiores decorados con estrellas blancas de ocho puntas sobre fondos azules vivos, columnas de mármol verde, negro, blanco y rojo y revestimientos en las paredes de pan de oro. Es un lugar fascinante que hay que visitar con tranquilidad. Aprovechamos para hacernos fotos con muchas familias que nos lo piden y subimos hasta el cementerio aledaño desde donde se tiene una bonita vista de la mezquita de Bibi Khanun y la de Khazret Khizr o de los viajeros.
Otro de los lugares que vale la pena visitar es el observatorio de Ulugbek que fue un erudito, a la vez poeta y matemático, considerado como uno de los más grandes astrónomos de su tiempo y que para su época construyó el sextante de piedra más grande del mundo y que aún hoy en día se puede ver.

Pasear por la avenida de Amir Temur donde se encuentra la zona universitaria es otra manera de poder contactar con la gente y poder charlar con los universitarios que te harán todo tipo de preguntas, además de generar una gran expectación.

Todavía nos quedará una mañana más para regresar al Registán y efectuar la visita a su interior; la plaza está repleta de gente pues están ensayando para el festival de primavera y después de adquirir la entrada en taquilla y pasar al interior, nos aborda un policía para ofrecernos la posibilidad de ascender a un minarete secreto, desde donde las vistas son magníficas, eso sí, previo pago de un suplemento; yo me agarro un rebote de mucho cuidado y le digo que es un cara dura, pero por un oído le entra y por otro le sale; después me entero que abordan a todos los turistas y hay algunos que pican. Creo que ya había mencionado que la policía es lo peor de este país y aquí una muestra más. Admiramos una vez más esta maravilla y nos despedimos de Samarcanda para desplazarnos hacia Tashkent y emprender una nueva aventura. Esta será para visitar el valle de Fergana(en la frontera con Afganistán) y zona de triste recuerdo para los uzbecos por una revuelta que se produjo en al año 2005 y que tuvo como consecuencia la muerte de más de mil personas.

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