jueves, 8 de julio de 2010

De vuelta a Jinka

Después de permanecer más de dos horas en la aldea, iniciamos el camino de vuelta a Jinka, reflexionando sobre los momentos vividos y el futuro de esta etnia, al tiempo que los jugos gástricos nos avisan que ha llegado el momento de comer; aparcamos en una curva y montamos el pic-nic a base de embutido ibérico de los que todos – incluidos Tedy, Brahano y Masfen que son musulmanes de izquierdas - damos buena cuenta al tiempo que disfrutamos de un entorno único; efectivamente son de esos momentos que a uno se le quedan para siempre en el disco duro. Continuamos nuestra marcha en dirección a Jinka, pero antes paramos en una aldea “ari” y a continuación en el río; pero vayamos por partes: esta aldea se encuentra en las afueras de la ciudad y la peculiaridad más llamativa de sus mujeres es un pañuelo rojo que llevan anudado a la cabeza; viven en unas bonitas chozas muy bien cuidadas, rodeadas de cafetales y animadas por una gran cantidad de niños que cuando nos ven a aparecer nos rodean y nos siguen; me llama poderosamente la atención la imaginación de los chavales, que se las ingenian por ejemplo, para construirse un camión, con una lata cortada a la mitad, unas ruedas y un palo; también observo, como los hermanos mayores se ocupan de los más pequeños y se les ve sumamente felices a pesar de las carencias; disfrutamos un buen rato jugando con ellos, haciéndoles fotos y a continuación mostrándoselas lo que causa una gran algarabía y unas tremendas risotadas. Regresamos por un camino hacía la carretera, seguidos por toda la aldea, hasta llegar al río que hace las veces de lavadero de vehículos, de ropa, y de higiene personal. A lo largo del cauce del río se despliega una gran actividad: en una parte los coches se paran dentro del agua y unos chavales a base de lanzar cubos de agua y restregar con un trapo los dejan impecables; en otro lugar las mujeres lavan la ropa y la tienden al sol y esto me hace pensar en mi infancia, pues yo acompañaba a mi madre al arroyo del pueblo para realizar esta misma operación; y por último la gente acude al río para realizar su higiene personal sin ningún tipo de pudor como podéis apreciar en la fotografía; también observamos como algunos hombres mursis atraviesan el río sorteando los coches para dirigirse a la ciudad. Nosotros no nos hemos atrevido a ducharnos en el río, así que nos dirigimos al hotel para quitarnos la mugre y tomar una cervecita fría. Después hemos paseado de nuevo por el mercado para terminar el día observando una magnífica puesta de sol en la pista de aterrizaje. Mañana nos desplazaremos hacia la zona del los Konso y no sabemos que nuevas sorpresa nos deparará el día, aunque es casi seguro que las habrá.

1 comentario:

Carlos Ferreiro dijo...

Hola Santos. Soy Carlos Ferreiro de La Coruña, ese cliente que cada 2/3 meses te pega la paliza pidiendote información de libros.
Por fin he conseguido que me publiquen el libro. Estará listo a finales de septiembre. Ya te comentaré con más calma. Mientras tanto, si tienes un hueco mira mi blog: www.viajeshaciaeleste.blogspot.com
Si te gusta, te agradezco lo incluyas en el tuyo (del cual soy un asiduo seguidor) como recomendado.
Un abrazo.