miércoles, 29 de octubre de 2008

Guatemala. gente naturaleza y cultura

Guatemala es uno de esos pocos países capaces de recompensar con experiencias inolvidables incluso a aquellos viajeros que lo han visto casi todo. Un lugar donde la vida y las costumbres indígenas se mantienen tal y como las encontraron los europeos cuando llegaron por primera vez y donde todavía quedan espacios alejados del camino de las multitudes.


Desde su geografía, hasta sus gentes, el país es una hermosa y compleja mezcla de lo mejor que el hemisferio occidental puede ofrecer. Pocos adjetivos alcanzan a describir la grandeza de la topografía guatemalteca, sembrada de volcanes que marcan el carácter del altiplano y dan al viajero la continua sensación de tener un cono humeante y amenazador a sus espaldas. Pero quizás, el rasgo mas sobresaliente de Guatemala es su gente, una población mayoritariamente indígena apegada a sus tradiciones y a sus antiguas lenguas – el quiché, ixil, man, catchiquel y así hasta 23 – y que mantiene firme sus raíces de otros tiempos.

Cuando me preguntan cuál es el país de Centroamérica más completo, sin ninguna duda les digo que Guatemala ya que, en un geografía relativamente pequeña, el viajero encuentra la mayor variedad de paisajes, de gente, de costumbres, de medios naturales: lo encuentra todo. En mi visita he quedado fascinado por tanta diversidad. Guatemala cuenta con más de 30 volcanes alguno de ellos en plena actividad y que podemos visitar; viven más de 8.000 especies de plantas; con sus 19 ecosistemas las estimaciones apuntan a que hay 250 especies de mamíferos, 600 de aves y 200 de reptiles y anfibios; además cuenta con 30 zonas protegidas.

Guatemala, ha sufrido una de las guerras civiles mas cruentas de todo Sudamérica que por fin acabó con la firma de un “Acuerdo de Paz” el 29 de diciembre de 1996 y que ha supuesto que durante 36 años fueron asesinadas mas de 200.000 personas -muchas de ellas durante el mandato del general Rios Montt–. Un millón perdieron su hogar y aún hoy en día hay millares de desaparecidos. Una de las zonas mas castigadas y que tuve la oportunidad de visitar fue en la sierra de los Cuchumatanes,  lo que se denomina el triángulo Ixil formado por los pueblos de Nebaj, Chajul y San Juan de Cotzal. En estas poblaciones todavía hay gente que no sabe nada de sus familiares. Además me recomendaron que intentara comprar un libro del sacerdote y antropólogo Ricardo Falla cuyo título “Masacres de la selva” Ixcan, Guatemala 1975-1982 que es la reflexión concreta, a partir de realidades tan dramáticas, de las posibilidades de vida en pueblos y comunidades que enfrentan la oscuridad de la muerte y nos muestran que este poder puede ser vencido. Su lectura me dejó impresionado.

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