miércoles, 25 de agosto de 2010

P.N. de Bale - Lago Langano

Hoy toca regresar hacia Shashamene, pero antes tenemos que recoger y preparar las bolsas lo que demora un poco más la salida. Desayunamos y a las 8.45 ya estamos en ruta. Desandamos el camino que hicimos hace dos días y vamos disfrutando del paisaje, de la vida en el campo, del ir y venir de la gente por los caminos y del barullo de alguno de los pueblos por los que atravesamos. Tardamos casi 5 horas para hacer 150 kilómetros hasta Shashamene en donde paramos a comer, antes de continuar hasta el lago Langano en donde nos alojaremos en el hotel Bekele Mola a orillas del mismo. Aquí nos despedimos de nuestros compañeros de viaje hasta hoy – Masfen, Brahano y Huasan – pues desde aquí la carretera es asfaltada y no necesitemos 4X4, solamente una minivan. Las despedidas son siempre tristes después de tantos días de convivencia y además Huasan lleva unos días con fiebre y nos tememos que tenga malaria; nos hacemos unas fotos de recuerdo, nos abrazamos, intercambiamos correos y ellos continúan con intención de llegar hoy a Addis – después nos enteraremos que han tenido que parar, pues Huasan empeoró y no pudo seguir -. El hotel se encuentra en un lugar increíble, pero un tanto descuidado y además están pintando las habitaciones y huelen demasiado a pintura, pero como lugar de relax no está nada mal. A la izquierda del hotel, hay una gran meseta a la que se puede subir y le digo a Tedy que si me quiere acompañar; comenzamos a andar y al momento tenemos que salvar un desnivel bastante grande, así que con mucho cuidado vamos trepando hasta llegar a lo alto, desde donde podemos contemplar unas vistas espectaculares; curiosamente nada más llegar a la cima resoplando por el esfuerzo, giro la cabeza y observo como detrás de nosotros suben tres señoras - con chanclas - una de ellas con un gran fardo sobre la cabeza y las otras con dos niños en los brazos que se dirigen a una aldea próxima. Cuando estamos sentados recuperando el aliento y observando el panorama, se nos acercan unos chavales que intercambian unas palabras con Tedy, para decirle que no debemos bajar por donde hemos subido, sino que hay otro camino más fácil y acto seguido se pone delante y nos va indicando por donde ir pisando; justo cuando ya nos encontramos casi a orillas del lago una gran tormenta descarga un verdadero diluvio lo que nos obliga a correr para refugiarnos en un chalet abandonado en un lugar idílico.

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