Mi intención era tomar Baia Mare como base para visitar la zona, pero al final decidí moverme y tratar de buscar sitio para alojarme en cualquier pueblo pues debido al mal estado de las carreteras se pierde mucho tiempo y no es conveniente retroceder. Cierto es, que a veces es difícil encontrar en esta época del año lugar para alojarse, pues es Semana Santa y prácticamente no hay turismo, y eso no significa que el resto del año haya mucho más.
Después de dormir en Baía Mare iniciamos nuestro recorrido por el mismo lugar en que acabamos ayer, es decir, por la iglesia de Surdesti: Por el camino disfrutamos del magnífico paisaje y del entorno rural (carretas cargadas de paja tiradas por caballos, mujeres trabajando el campo con azadas y yuntas arando los campos); es una delicia de recorrido y vamos parando a cada momento, pues todo nos llama poderosamente la atención. Paramos de nuevo en Surdesti y continuamos dirección a Cavnic importante estación invernal; ascendemos el puerto que todavía tiene bastante nieve y descendemos hasta Budesti en donde se pueden apreciar las enormes y magníficas puertas de las casas, y unos gorros que llevan los hombres muy curiosos. En este pueblo está otra de las iglesias de madera más destacadas; me refiero a la de San Nicolás que data de 1643 y es de las pocas que han conservado su estructura original desde su construcción; el interior está decorado con iconos sobre cristal y madera y los personajes bíblicos visten trajes tradicionales. Continuamos nuestra ruta para detenernos en la biserica de lemn(iglesia de madera) de Sugatag que se encuentra al lado de la carretera y es una de las más antiguas de la región pues data de 1642. Desde aquí seguimos hacia Sighetu Marmatiei, pues nuestro punto de mira esta en la localidad de Sapanta próxima a la frontera de Ucrania y pueblo célebre por un atractivo muy concreto, el llamado “cementerio alegre” obra de Stan Ion Patrag que murió en 1977; este poeta, pintor y escultor tuvo la idea de dar a un cementerio un toque de alegría pintando con vivos colores las cruces de madera a las que después añadió un poético y a veces irónico epitafio sobre la vida del fallecido, además talló escenas que representan el oficio por el cual fue conocido el muerto. El color que predomina es el azul añil conocido como el “azul sapinta”. La verdad, es que ha sido muy emocionante el poder pasear entre las tumbas haciendo cientos de fotos y la pena es no poder traducir cada uno de los epitafios escritos en las mismas. Solamente la visita a este lugar ya merecela pena la visita a Sapanta, pero también a la entrada del pueblo, justo al lado de la carretera, llama la atención otro cementerio con unos cientos de losas de piedra pero sin ningún tipo de información y también tiene una gran iglesia de madera.
martes, 7 de julio de 2009
Maramures II Parte
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