martes, 7 de julio de 2009

Maramures III Parte

Regresamos de nuevo hacia Sighetu y a la altura de Vadu Izei cogemos la carretera que recorre el valle di Iza para dirigirnos hacia Barsana; en este pueblecito visitamos la antigua iglesia de madera situada en lo alto de una colina, que data de 1720 y que forma parte de las ocho iglesias de los Maramures que son Patrimonio de la Humanidad; pero quizás lo que más fama le ha dado a este pueblo es el monasterio que se encuentra a la salida a la izquierda de la carretera el monasterio de Barsana que si bien fue construido en la década de los noventa y que está compuesto de numerosos edificios ha conseguido convertirse en una verdadera referencia artística; la verdad es que es un conjunto de una gran belleza, se respira paz y tranquilidad, y además las monjas han montado un pequeño hotel de 16 habitaciones en el cual os recomiendo que os quedéis a descansar y de paso probéis su magnífica cocina en la que destaca su famoso plato de arroz con verduras (sarnale). Para reservar vilabarsana.as.ro.
Siguiendo por este bonito valle, nuestra próxima parada es en la pequeña localidad de Strantura que aunque no figura en ninguna guía, tiene una coqueta iglesia de madera con su parte inferior pintada de azul. Aquí nos hemos encontrado con una viejecita de cara alegre y sonriente que nos muestra la tumba de su hija(muerta de cáncer)la de su marido y de paso la suya.
Rozalea será por hoy nuestra última parada y nuestra última iglesia de madera. Esta biserica cerrada al culto y transformada en museo, dice la guía que es la más interesante de cuantas hay en la región, pero llegados a esta altura yo no sabría decir cual es la más interesante de todas las que he visitado. Terminada en 1717 cuenta con cubierta de doble vertiente recientemente restaurada, además de una notable galería de pinturas de los siglos XVIII y XIX.
El día toca a su fin y hay que buscar alojamiento en Vogdan Voda y hoy va a ser de esos días que la situación se complica, pues al ser una zona poco turística, época baja y pocos hoteles o pensioneas no encontramos sitio. En esta zona es habitual que ofrezcan sitio para dormir en las propias casas, pero después de preguntar en muchos sitios la única posibilidad es una de estas casas particulares que de momento no está preparada, pero que nos la prepara en un momento. Es una chica joven que acaba de ser madre y la ayudamos a hacer las camas; se queda bastante sorprendida, pues pensaba que en España estas labores las hacían las asistentas y la explicamos que no todo el mundo tiene asistenta. Nos llama la atención la manera de calentar las habitaciones, pues disponen de unas grandes estufas de cerámica que llenan de leña y en un momento caldea la habitación. Una vez instalados nos queda otra tarea, que es la de buscar un lugar para cenar; por lo que nos comenta esta chica cree tan solo podemos cenar en un lugar y después de sus indicaciones hacia allí nos dirigimos; el restaurante se llama Voievodul, está en una tercera planta y la planta de abajo es un almacén de ferretería. La entrada no augura nada bueno(es bastante cutre) pero una vez arriba el local es grande y está relativamente limpio; entramos, nos sentamos y el problema comienza cuando intentamos pedir de cenar, ya que la carta está en rumano y el camarero es poco espabilado, así que por señas le entendemos que tenemos que esperar cinco minutos ¡para qué!; pedimos unas cervezas y esperamos hasta que aparece Demetrio.(Contar la anécdota del viaje). Por cierto tengo que contaros, que es curioso que en casi todos los bares y restaurantes tienen grandes frigoríficos llenos de cervezas, pero siempre están apagados por lo que las cervezas están calientes; nadie nos ha sabido explicar este misterio( Demetrio nos dijo en broma, que se las beben tan rápido que no da tiempo a que se enfríen). Con la ayuda de Demetrio pedimos y cenamos de lujo por 66 leis (unos 16 euros). Ya entrada la noche, nos retiramos a nuestra casita a descansar.

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