martes, 14 de septiembre de 2010

Harar. La ciudad de las hienas (II)

Continuando con lo que os contaba en la entrada anterior...

La población de Harar, es en un 75% musulmana, aunque convive con otros grupos étnicos: amhara, oromo, somalí, gurage, tigray, aunque son los “harari” la etnia dominante que viven dentro de la muralla y se refieren a si mismos como “Gey Usu” o lo que es lo mismo “pueblo de la ciudad”.

La puerta de ErerLas murallas de la ciudad antigua, encierran en su interior alrededor de cien mezquitas – bueno en realidad a cualquier construcción con un minarete le llaman mezquita – y se encuentran perfectamente integradas en los enrevesados callejones del casco antiguo. También os hablé en mi anterior entrada de las puertas de la ciudad, que tienen asignado cada una de ellas su nombre propio: la de Harar también llamada puerta del duque; la de Showa a la que los Hararí la llaman de Asmatim Beri; la de Buda o Bedro Beri que da entrada al barrio de los herreros; la de Sanga o Sukutat Beri; la de Fallana por donde entraban las caravanas; y por último la de Erer, quizás la más famosa, pues fue por esta puerta por donde entro R. Burton.

La casa de RimbaudEn Harar, cuando deambulamos por sus calles podemos apreciar las típicas construcciones de dos pisos en piedra, con marcos y ventanas de madera tallada con filigranas que me recuerdan las típicas construcciones de la arquitectura árabe costera que ya pude observar en mi visita a la isla de Lamu en Kenia. Sus gentes se sienten orgullosas de mostrar al turista sus dos principales monumentos: El palacio del gobernador - un destartalado edificio de dos plantas que amenaza ruina- y la tan traída y llevada casa del poeta francés Rimbaud – a la que los lugareños llaman casa de Rambo - que vivió durante diez años en esta ciudad, aunque no se sabe e ciencia cierta donde habitó, pero que el Ministerio de cultura francés ha rehabilitado y convertido en museo – lo que hace el marketing -. También nos pasamos por el museo de la ciudad que merece una visita, ya que se puede ver una variada colección de arte – vestidos, joyas, libros, etc – de la cultura Hararí .Aquí si que tengo que deciros que tuve un incidente con el vigilante del museo, ya que a la entrada no me dijo nada con respecto a las fotografías y cuando me vió con la cámara se puso demasiado insolente, y tuvimos una tremenda bronca.

Mercado musulmanPero quizás lo más interesante y llamativo de esta ciudad sea la gran actividad comercial de sus calles y mercados – el cristiano y el musulmán -, en donde a medida que caminamos vemos como se agrupan por gremios; por un lado los herreros, por otro los sastres, los carniceros, etc. Pasear sin rumbo fijo por sus callejuelas observando como las mujeres somalíes, ahmaras u oromos ofrecen sus productos es una delicia, pero también es un arte ver como sostienen sobre sus cabezas unas grandes cestas.

Callejón típico de HararEl verde intenso de sus casas resplandece a la luz del sol y perderse sin rumbo por sus callejones es otra manera de observar su modo de vida. Aunque las guías suelen recomendar comenzar la visita por la plaza de Feres Magala – centro neurálgico de la ciudad – yo os diría que improviséis vuestro recorrido, pues al final siempre llegareis a los mismos lugares.

Después de deambular por toda la ciudad y cuando ya está anocheciendo llega el momento de acudir a presenciar el espectáculo de las hienas, pero antes creo que nos hemos ganado tomar una buena cerveza de barril, y para ello nos dirigimos al hotel Tana, en donde hay un ambiente fenomenal.

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