jueves, 9 de septiembre de 2010

Harar. La ciudad de las hienas

Harar, también conocida por los nombres de Harrar , Harer, Adari, Adaray, fué declarada Patrimonio de la Humanidad en el año 2006, y se puede acceder a ella de diferentes maneras; en mi caso llegué en coche después de un largo periplo por el valle del Omo, pero la manera más fácil y cómoda de conocer Harar si se dispone de poco tiempo -, es tomando un vuelo desde Addis a Dire Dawa (Harar no tiene aeropuerto) y desde aquí realizar los 54 km que las separan en un transporte público.

Para ubicar esta mítica ciudad en el contexto de mi viaje y antes de entrar en materia, me gustaría comentaros que desde mi punto de vista y ya a toro pasado, es una ciudad que me ha decepcionado bastante, quizás porque me había creado demasiadas expectativas sobre ella. Y dicho esto os voy a situar a Harar en el contexto histórico y cultural ya que sobre ella pesan como una losa personajes tan ilustres como Richard F. Burton, o el poeta francés Rimbaud.

Llamada “Gey” - ciudad - por sus habitantes, Harar fue fundada en el siglo VII, pero no adquirió importancia hasta 1520 cuando el emir Abu Beber Mohamed trasladó aquí la capital convirtiéndose en un centro comercial, religioso y cultural, por donde transitaban todas las mercancías procedentes de Etiopía, India y Oriente Medio, sobre todo oro, marfil, tabaco, café, azafrán, y también porque no decirlo: esclavos.

La tranquilidad de Harar, duró hasta 1528 cuando el líder musulmán Ahmed ibn Ibrahim alias “Gragn” (el zurdo) lanzó una terrible guerra santa contra el emperador Lebna Denguel arrasando todo cuanto encontró a su paso, hasta que en 1541 llegó la ayuda militar de los portugueses comandada por Cristovao da Gama que logró derrotar y dar muerte el zurdo en la batalla de Wayna Daga. A pesar de todo, Harar siguió siendo un foco de rebeldía hasta 1887 en que logró ser reducida definitivamente por Menelik II, tío segundo de Haile Selassie.


De toda esta historia bélica siguen presentes sus murallas que alcanzan los 5 metros de altura y cubre una superficie de 1 km2. A la ciudad se accede a través de las originales cinco puertas – que simbolizan los cinco pilares del Islam – a las que se han añadido dos más, una en la época de Menelik II y la otra en tiempos de Haile Selassie y que aún hoy en día siguen cerrándose por la noche, quizás para que no entren las hienas. Durante muchos siglos, esta ciudad tuvo prohibida la entrada a los no creyentes y fue Richard Burton en 1885 el primer europeo que consiguió penetrar en sus murallas - por la puerta de Erer - disfrazándose de turco y permanecer durante diez días en su interior; pocos años después llegó el comerciante francés Alfred Bardey quién envió como representante al poeta francés Arthur Rimbaud.

El viaje esta prácticamente finalizado, ¿ya era hora? después de casi un año….. pero aún me quedan un par de entradas o tres para hablaros un poquito más de Harar, de sus calles, de sus mercados, de sus mezquitas, de sus puertas, de sus gentes y como no podía ser de otra manera pues al fin y al cabo soy un “faranji”, de mi experiencia con las hienas. Finalizaremos este largo periplo en la capital – Addis – paseando por sus calles y subiendo a la montaña de Entoto desde donde nos despediremos de este magnífico país con unas estupendas vistas. Pero esto será mañana.

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