martes, 7 de septiembre de 2010

A las puertas de Harar

Como no podía ser de otra manera, y después de una noche sin pegar ojo, madrugamos un poco más de lo habitual y a las siete y media ya estamos en marcha, el tránsito de camiones a estas horas de la mañana ya es horroroso y a los pocos km cruzamos el río y el puente del ferrocarril – prohibido hacer fotografías – y justo en el cruce que va a Somalia hay cientos de camiones; a partir de aquí el tráfico desaparece y vuelve la tranquilidad a la ruta. La carretera atraviesa una zona de lava y un cráter, en cuyo fondo hay muchos coches despeñados; en los márgenes de la ruta, hay gente “afar” que vende sacos de carbón y de nuevo muchos camellos y así hasta llegar la localidad de Mieso y poco después a Ashe Teferi, en donde comenzamos a sumergirnos en una espectacular carretera de montaña plagada de cultivos de “Chat” y entre medias alguna plantación de maíz; esta es nuestra toma de contacto con el mundo de esta droga autorizada que no nos abandonará hasta el gran mercado de Dire Dawa.

Pero la mejor manera de comprobarlo es parando en Ashe Teferi y caminar por el mercado en donde venden esta droga mal llamada “oro verde”, caminamos con cuidado pues no les gusta que tomemos fotos y a veces se vuelven un poco agresivos, también preguntamos el precio, que oscila entre los 5 birr las hojas malas hasta los 500 las buenas y además – pues hay que probar de todo – compramos una bolsa para comprobar su sabor.

Desde aquí, hasta el cruce que va a Dire Dawa la ruta es un continuo sube y baja, con curvas y más curvas, pero con unas bellas vistas de los valles; también se encuentra por estas colinas la iglesia de Kulubi Gabriel mandada construir por Haile Selassie después de vencer a los italianos y que dos veces al año – diciembre y julio – se convierte en un centro de peregrinación para miles de personas que acuden aquí para cumplir sus promesas al arcángel San Gabriel; desde Dire hasta Harar, las fuerzas de la naturaleza se desatan en forma de una gran tormenta que prácticamente no nos deja ni ver la carretera; menos mal que no ha durado mucho y nos permite llegar a nuestro hotel sin consecuencias.


El resultado final ha sido que en hacer este trayecto hemos tardado seis horas y media, así que lo mejor es reponer fuerzas para visitar esta mítica ciudad considera la quinta más sagrada para los musulmanes.

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