Quizás lo primero que debo hacer antes de acercarnos al lugar en donde todas las noches se repite esta atracción turística entre las 19 y las 20 horas entre las puertas de Sangla y la de Erer, es poneros en antecedentes de la procedencia de esta costumbre. Existen varias teorías al respecto: una de ellas se remonta a finales del siglo XIX, cuando el día del año nuevo islámico los habitantes comenzaron a dejar las sobras de la comida a leones y hienas que merodeaban alrededor de la muralla; una segunda está referida a la hambruna que azotó esta zona también en el siglo XIX y que de acuerdo con esta leyenda, los habitantes de Harar alimentaban a las hienas en los buenos tiempos hasta saciarlas, para que en tiempos de sequía no atacaran ni a personas ni a animales. Esta teoría a veces no se cumple, pues se han dado casos en que estos animales se han zampado a algún borracho que cayó en la calle como consecuencia de la ingesta de alcohol. En cualquiera de los casos si uno visita Harar, tiene que acudir a la llamada de las hienas y hacia allí nos dirigimos.
Cuando llegamos, el lugar esta muy oscuro - solamente alumbrado por los faros de los coches - y tan sólo vemos a un señor sentado en un taburete, que sostiene en sus brazos a una niña y que con una lata llena de despojos a su lado imita los sonidos de estos desagradables animales para que acudan al lugar; en un primer momento no viene ninguna, pero a los pocos minutos van apareciendo unos puntos brillantes en la oscuridad, y llego a contar más de veinte; despacio, se acercan el maestro de ceremonias, que muerde un palo con los dientes y les va dando la comida a medida que acuden a su vera; poco a poco va cogiendo confianza hasta llegar a darles la comida con su propia boca; los faranji observamos perplejos el espectáculo desde la distancia y hacemos fotos pero con cuidado, pues cuando ves las mandíbulas de este animal acojona un poco.
Cuando ya tienes un poco de confianza, el maestro anima a los faranji a participar del espectáculo y yo después de un momento de incertidumbre me animo a arrimarme, pero con mucha precaución; en un primer intento coges el palo con la carne en un extremo y alargas el brazo todo lo que puedes para evitar males mayores, pero a medida que tomas confianza lo haces con toda la naturalidad delmundo; a continuación Tedy también se anima.
Después de casi una hora de circo nocturno el espectáculo concluye - en esta ocasión sin victimas- y nos vamos a cenar al restaurante Hirut. El regreso al hotel lo hacemos en un motocarro de la marca Minidor, aquí llamados “bajaj” que pueden llevar hasta 4 pasajeros y que normalmente cobran 1 birr por pax, o 2 si lo alquilas solamente para ti. Mañana visitaremos Babile, el Valle de las Maravillas y regresaremos a Dire Dawa para tomar el avión de regreso a Addis.
1 comentario:
Madre mia, como impresionan las fotos, son geniales.
Across The Universe
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